La sal es un ingrediente presente en
las cocinas de todo el mundo, ya que es
imprescindible para realzar el sabor de los platos y porque, de una u
otra forma, el organismo la necesita para trabajar en óptimas condiciones.
El problema es que las dietas
modernas están consumiendo el doble e incluso más de la dosis diaria de
sal recomendada, lo que está provocando el desarrollo de diferentes problemas de salud que, a la
larga, pueden afectar la calidad de vida.
Algunas personas no son conscientes
del daño que le están causando a su cuerpo al incluir este mineral
en la dieta en cantidades excesivas.
Por esta razón, desde hace algún
tiempo, la Organización Mundial
de la Salud (OMS)y otras entidades como la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, vienen
advirtiendo acerca de los riesgos que existen al no controlar el consumo de
este ingrediente. ¿Los conoces?
Es causa potencial de los accidentes
cerebro vasculares
El ictus (accidente cerebrovascular),
propiciado por hemorragias cerebrales, es uno de los peligros principales de comer sal en
cantidades excesivas.
Este trastorno provoca hasta un
tercio de las muertes por enfermedades circulatorias y, quienes logran sobrevivir, quedan con daños físicos y
neurológicos graves por el resto de su vida.
Insuficiencia cardíaca
Las grandes cantidades de este
mineral en el cuerpo provocan desequilibrios en varios órganos vitales
del cuerpo e incrementan el riesgo de problemas tan graves como
el infarto.
Por ser una causa de retención de
líquidos, disminuye la capacidad que tiene el corazón para bombear la sangre a
todo el cuerpo y ello puede acabar en un ataque o insuficiencia cardíaca.
Problemas renales
Las dietas ricas en sodio tienen mucho que ver
con el aumento de problemas renales y de las vías urinarias.
La sal disminuye la capacidad que
tienen los riñones para filtrar los desechos, lo que deriva en
un incremento de la presión arterial y una acumulación de sustancias
que, más tarde, forman cálculos renales.
Disminuye el calcio
Ocurren dos cosas en este sentido: el cuerpo
absorbe con más facilidad la sal que el calcio y, cuanto más sodio se elimine a
través de la orina, mayor es la eliminación de calcio.
Por ambas razones su consumo
excesivo está asociado con la desmineralización de los huesos y el
desarrollo de enfermedades como la osteoporosis.
Influye en el aumento de peso
Por provocar retención de líquidos, alteraciones en
el funcionamiento de los órganos purificadores e incrementar la sensación de
sed, la sal es un enemigo de aquellas personas que anhelan tener un peso
saludable.
Empeora el asma
Aquellas personas que padecen asma y
otros problemas respiratorios podrían encontrar una sensación de alivio
al reducir o eliminar la sal de su dieta, ya que la sal contribuye a
obstruir las vías respiratorias.
¿Cómo reducir la ingesta de sal?
Más que ser un condimento, la sal es un
mineral que el organismo requiere para llevar a cabo diferentes funciones; por
tanto, eliminarla por completo de la dieta puede no ser la mejor opción.
Sin embargo, esta llamada de atención
pretende hacernos más conscientes de que casi todas las dietas la
consumen en exceso y esto tiene unos riesgos.
Aquí algunas ideas para reducir su ingesta diaria:
·
Sazonar las comidas con otros condimentos saludables y hierbas aromáticas.
·
Cocinar los alimentos al vapor para
que no pierdan su contenido de sodio natural.
·
Utilizar sal marina en lugar de sal de mesa refinada. Otra buena opción es la popular
sal del Himalaya.
·
¡Ojo! Un 20% de la sal consumida es
la que se le añade a los alimentos preparados en casa; un 72% proviene de los
alimentos procesados o precocidos que ahora mismo están invadiendo el mercado.
El otro 8% es aquella que se absorbe
de forma natural con los alimentos. Por tanto, es muy importante leer
las etiquetas de los productos antes de comprarlos para su consumo.
·
Preparar los alimentos en casa, ya
que las comidas rápidas o de restaurantes suelen tener sal sin medida.
¿Eres consciente de cuánta sal comes
al día? La OMS recomienda el consumo máximo de 5 gramos de sal al día;
no obstante, se estima que la mayoría de personas llegan a consumir de 2 a 3
cucharaditas diarias, es decir, hasta más del doble.
Si este es tu caso, quizá sea el
momento de buscar otras alternativas para prevenir los riesgos.
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