sábado, 21 de marzo de 2015

QUE ES LA CIRROSIS, CAUSA, SÍNTOMAS Y TRATAMIENTO






La cirrosis es una enfermedad del hígado, normalmente ocasionada por el alcoholismo o una hepatitis viral. Asociada a lesiones irreversibles como una fibrosis mutante del hígado que desorganiza la arquitectura normal, o unos nódulos de regeneración. La cirrosis es la consecuencia de agresiones prolongadas de células del hígado ocasionadas por el alcohol, un virus, o medicamentos, enfermedades.

¿Cuál son las causas de la cirrosis?

La cirrosis no es contagiosa, no se transmite de una persona a otra. Su origen hay que buscarlo más bien en otros factores:

- Consumo de alcohol. Es la causa más frecuente. Cerca de un tercio de las personas muy bebedoras, acaban presentando cirrosis. El resto puede sufrir otras formas de enfermedad hepática.

Hepatitis vírica crónica (inflamación del hígado): la hepatitis (normalmente de los tipos B, C y D) es la segunda causa más común de cirrosis.
- La enfermedad de Wilson, que produce acumulación de cobre en el hígado, cerebro, riñones y ojos.
- La fibrosis quística, que provoca la acumulación de secreciones mucosas en los pulmones, hígado, páncreas e intestinos.

- La hemocromatosis, causante de acumulación de hierro en el hígado y otros órganos.

- El bloqueo o inflamación de los conductos biliares (la llamada cirrosis biliar).

- La insuficiencia cardíaca congestiva.

- Los trastornos de almacenamiento del glucógeno, que impiden la debida utilización de los azúcares por el hígado.

- Las infecciones parasitarias.

- La reacción anómala a los medicamentos recetados, toxinas medioambientales y abuso de inhalaciones (exposición a sustancias tóxicas por vía nasal).




¿Cuáles son los síntomas de la cirrosis?

La mayoría de las personas con cirrosis hepática no presentan síntomas en las etapas tempranas de la enfermedad, ya que pequeñas cantidades de cicatrices en el hígado no afectan significativamente la función hepática. Cuando los síntomas de la cirrosis se presentan, pueden incluir:

·         Fatiga
·         Falta de apetito
·         Debilidad
·         Pérdida de peso
·         Náuseas por alimentos grasos.
·         Estreñimiento y diarrea.
·         Desarrollo excesivo de gases.
·         Decaimiento general.
·         Se va perdiendo peso.
·         Hay prominencia de huesos.
·         Edemas en las piernas.
·         Hinchazón del vientre.
·         Temblores en dedos y lengua.
·         El hígado se deforma.
·         Crecimiento del bazo.
·         Hay pruritos y hemorragias.
·         Insuficiencia cardíaca y renal.
·         Aparece en la ictericia.
·         Fácil de contraer otro males.
·         Grave y lento trastorno en el hígado.

Si la causa subyacente de la cirrosis del hígado, tal como el alcoholismo, no se trata, la enfermedad puede avanzar y causar daños más graves en el tejido hepático. Esto puede resultar en síntomas tales como:

·         Fácil aparición de moretones
·         Comezón
·         Hemorragias nasales
·         Las pequeñas rojas similares a una araña vasos sanguíneos bajo la piel
·         La cirrosis hepática es una enfermedad grave que puede llevar a complicaciones potencialmente mortales, tales como insuficiencia hepática, varices esofágicas y hemorragia. Busque atención médica inmediata si usted tiene alguno de estos síntomas:
·         Acumulación de líquido e hinchazón en el abdomen (ascitis)
·         Sangrado, tales como vómitos de sangre o sangrado rectal pesada
·         Cambio en el nivel de conciencia o estado de alerta, como desmayos o falta de respuesta
·         Cambio en el cambio mental, comportamiento o estado de repente, como confusión, delirio, somnolencia, alucinaciones y delirios
·         Edema (hinchazón) en las piernas
·         Coloración amarillenta de la piel y la esclerótica de los ojos (ictericia)
·         Temblores musculares o inestabilidad
·         Pobre funcionamiento cognitivo, debido a la incapacidad del hígado para filtrar las toxinas y la acumulación de productos de desecho en la sangre y el cerebro
·         Intensa falta de aliento o dificultad para respirar.

Tratamiento de la cirrosis

El tratamiento debe empezar por el cambio de hábitos, como la eliminación del consumo de alcohol, la reducción de sal en la dieta o una buena alimentación. Dependiendo de las complicaciones, el tratamiento deberá adaptarse, como el uso de diuréticos y la restricción de agua y sal en los casos de ascitis, antibióticos en el caso de las infecciones, hemoderivados o vitamina K cuando se presente una coagulo Patía, luctuosa para la encefalopatía hepática, betabloqueantes o nitrato para la hipertensión portal o endoscopia digestiva alta en el caso de las varices esofágicas sangrantes.

El trasplante de hígado será necesario cuando el tratamiento se muestre insuficiente para hacer frente a las complicaciones, como por ejemplo cuando la cirrosis progresa a enfermedad hepática terminal.

Sin duda alguna, la cirrosis es una enfermedad que no se puede curar pero sí tratar para evitar que sea lo más leve posible. Lo ideal siempre es mantener una vida saludable para evitar los problemas de salud graves.

Remedios Naturales para la cirrosis

El Aloe Vera (Sábila), es un remedio extraordinario para ayudar al hígado a realzar sus funciones y además tiene propiedades regenerativas celulares, lo que puede ayudar al hígado afectado notablemente. El aloe se puede tomar en jugo, lo recomendable es que sea fresco, incluso si se puede conseguir la planta y sacar su pulpa para molerla en jugo, sería ideal tónico hepático.

La semilla de apio (Apium graveolens): médicos ayurvédicos tratan enfermedades hepáticas con semillas de apio. Las investigaciones recientes sugieren que las propiedades de las semillas de apio pueden revertir el daño causado por la ingestión excesiva de acetaminofén, aspirina.

La cúrcuma (longa Cúrcuma): Los beneficios de la cúrcuma para la salud son numerosos, pero ahora los estudios en animales proporcionan evidencia preliminar que sugiere que la cúrcuma limpia las toxinas del cuerpo, evitando daños en el hígado.

Fitoterapia para sanar el hígado: existen muchas hierbas que podemos utilizar para ayudar al hígado a recobrar su salud. La hierba llamada Gobernadora es muy útil en México para equilibrar las funciones hepáticas y ayudar a l hígado a recobrar su fuerza. El romero y la menta son hierbas que ayudan al hígado, asi como el Cardo
Mariano (Silybum Marianum) y la alcachofera, hierbas que ayudan a facilitar la función de drenaje del hígado. En el caso del Cardo Mariano, que es un buen depurativo hepático, hay que consultar con un médico en caso de ser hipertensos o consumir antidepresivos.

El cardo mariano (Silybum mariana): La leche de cardo tiene propiedades reconstituyentes  legendarios. La evidencia que se remonta a la época griega y romana indica el uso de la leche de cardo en el tratamiento de enfermedades hepáticas. La Agencia de EE.UU. para la Investigación y Calidad (AHRQ) investigó el cardo mariano y descubrió que su mejor efecto se produce en las primeras etapas de la cirrosis.

Limón: el jugo de un limón disuelto en medio vaso de agua tibia, y tomado en ayunas, es un remedio muy antiguo y realmente eficaz para reforzar las funciones del hígado y ayudarle a regenerar células deterioradas.

Semillas de papaya: estas semillas de color negro han demostrado ser muy beneficiosas como remedio casero para el tratamiento natural de la cirrosis hepática, causada por el alcoholismo y la desnutrición, debiendo consumirse una cuchara del jugo obtenido al triturarlas y combinarlas con 15 gotas de jugo de limón. Consumir la preparación una o dos veces al día durante un mes, como tratamiento natural en las etapas tempranas de la enfermedad.

Eclipsa: Esta hierba es botánicamente conocida como “Eclipsa alba” y posee la capacidad de actuar contundentemente sobre la cirrosis en el hígado como un excelente remedio natural, para lo cual se debe tomar el jugo de la planta en dosis de una cucharadita, tres veces al día y para potenciar su efecto sumar una cucharadita de miel.

Rábano Tienes que mezclar el tallo de rábano con azúcar y hojas, y después beber esa mezcla, todas las mañanas en ayunas, este  es uno de los remedios más efectivos

Ficus religiosa Para proteger nuestro hígado es recomendable lavar 2 o 3 hojas de esta planta, luego ablandar con azúcar y ponerle  unos 250 ml de agua, después cuela esto, y bébelo 2 veces al día, otra de las posibilidades es comer 2 naranjas  durante 6 días en ayunas.

Espirulina: Aunque no es exactamente una hierba, la espirulina es un alga azul-verde que crece en lagos de agua dulce. Usado durante siglos por los pueblos indígenas, los efectos de la espirulina incluyen la eliminación de las toxinas del cuerpo y proporciona los aminoácidos y oligoelementos para apoyar la curación. Si la idea de comer algas te molesta, relájese – la espirulina se vende en forma de cápsulas o pastillas en la mayoría de las tiendas de alimentos saludables.

Uvas (Ayunas): Hacer una cura de uvas negras, consumir uvas y solamente uvas, empezar el primer día con 3 kilos, por una semana, aumentar a 4 kilos la segunda semana, y a 5 kilos por día en la tercera semana. Terminar la cura de uvas con una sopa de verduras (apio, berros, nabo, rabanitos, zanahoria), por dos días para que el estómago vuelva a aceptar otras comidas.

Medidas preventivas

Los adultos que siguen una dieta nutritiva y limitan su consumo de alcohol previenen la destrucción de células sanas en el hígado. A continuación figuran otras medidas de utilidad para la prevención de la cirrosis hepática:
- No mezclar nunca medicamentos, especialmente los de venta libre, con el alcohol.

- Seguir al pie de la letra las indicaciones de uso de los productos químicos: asegurarse de que están en lugares bien ventilados, no mezclar sustancias químicas, evitar la inhalación y el contacto de productos químicos con la piel, lavar rápidamente cualquier zona que haya sufrido una exposición accidental y utilizar ropa de protección.

- Evitar el abuso de inhalantes de todo tipo.

- Evitar el uso de drogas intravenosas, posibles vehículos de contagio de las variedades de hepatitis B, C, y D.

Convivencia con la cirrosis

Los enfermos de cirrosis pueden convivir muchos años con la enfermedad. Incluso cuando surgen complicaciones, existe tratamiento. Muchos de estos enfermos han sobrevivido con el trasplante de hígado y continúan haciendo vida normal. Los enfermos de cirrosis deben abstenerse de beber alcohol. Se cree que la mala alimentación, particularmente si está asociada al alcohol o al abuso de drogas, tiene mucho que ver con la aparición de la cirrosis, aunque continúa la investigación al respecto. Entre tanto se recomienda una dieta sana y equilibrada.


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