¿QUÉ ES?
Las mamas o senos se
componen de grasa, tejido conectivo y glandular. En este tejido se encuentran
las glándulas productoras de leche de las que nacen unos 15 ó 20 conductos
mamario, para transportar la leche hasta el pezón, rodeado por la areola. Estos
lobulillos y conductos se encuentran en el estroma, un tejido adiposo, en el
que también están los vasos sanguíneos y linfáticos. Los tejidos mamarios están
conectados, además, con un grupo de ganglios linfáticos, localizados en la
axila. Estos ganglios son claves para el diagnóstico del cáncer de mama, puesto
que las células cancerosas se extienden a otras zonas del organismo a través
del sistema linfático. Cuando se habla de ganglio centinela se alude,
precisamente, al ganglio más cercano al lugar donde se localiza el cáncer.
SÍNTOMAS DE
CÁNCER DE MAMA
Diversas investigaciones han
encontrado un grupo de factores de riesgo, o circunstancias, que hacen a una
persona más propensa para desarrollar el tumor.
Edad: el riesgo aumenta con la edad. La mayoría de cánceres de
mama se produce sobre los 50 años; a los 60 el riesgo es más elevado y resulta
muy poco frecuente por debajo de los 35 años, aunque también es posible.
Sexo: las mujeres son las más propensas a desarrollar cáncer de
mama. Los hombres también pueden sufrirlo, pero la probabilidad es de uno por
cada cien mujeres.
Antecedentes
familiares: las posibilidades aumentan
si una hermana, madre o hija ha sufrido esta enfermedad. Además este riesgo se
eleva si el familiar que ha padecido cáncer lo ha hecho antes de la menopausia,
o si ha afectado a los dos senos.
Haber sufrido
otro cáncer: el riesgo de cáncer de mama
aumenta si se ha sufrido previamente otro cáncer, especialmente de ovario o de
colon, o un carcinoma lobular o ductal in situ (dos tipos de tumor maligno que
aparecen en los lóbulos o en los conductos galactóforos de los senos, o
conductos mamarios). Otro posible factor de riesgo es una hiperplasia benigna,
una especie de tumor no maligno, que altera el tejido del seno.
Menopausia tardía (posterior
a los 55 años)
No haber tenido hijos, o el
primer parto a partir de los 30 años.
Factores medio
ambientales: se está investigando la
posible influencia de pesticidas, campos electromagnéticos o contaminantes en
agua y comida.
Estilo de vida:
algunas investigaciones han hallado un
posible vínculo entre el consumo de alcohol y el desarrollo de cáncer de mama.
Obesidad: A pesar de no tener ninguna constatación científica
definitiva, muchos investigadores indican que seguir una dieta baja en grasas y
rica en frutas y verduras, así como practicar ejercicio físico de forma regular
pueden ayudar a prevenir la aparición del cáncer de mama.
Estrés: Una vida activa hasta límites excesivos no es conveniente
ni beneficiosa. Llevar una vida estresante es nocivo para la salud y, en
consecuencia, puede favorecer la aparición de enfermedades
THS: Ciertos investigadores indican que a partir de los 10
años con terapia hormonal sustitutiva (THS) puede aumentar el riesgo de cáncer,
mientras que otros destacan que no importa durante cuánto tiempo se ha tomado
en el pasado, puesto que el riesgo de cáncer existe entre las que siguen la
terapia hormonal, no entre las que la siguieron en un pasado.
PREVENCIÓN
La autoexploración y las
mamografías son las herramientas más útiles para encontrar bultos sospechosos
en los pechos. En general, la técnica de la mamografía facilita la detección de
pequeños bultos, difíciles de predecir mediante la palpación de la mama. Este
tipo de prueba debe repetirse anualmente a partir de los 45 años.
TIPOS DE
CÁNCER DE MAMA
No todos los bultos que
aparecen en las mamas son un síntoma de cáncer. De hecho, nueve de cada diez
bultos son benignos. Estos bultos no cancerosos pueden ser fibrosis o tumores
de tejido conectivo y glandular, o bien, quistes o bolsas llenas de líquido.
Los tumores benignos de mama (fibroadenomas) no constituyen un peligro para la
vida y suelen tener fácil tratamiento. El principal tipo de cáncer de mama es
el adenocarcinoma, que se produce en tejidos glandulares de cualquier parte del
organismo. Los tumores específicos del seno son:
Carcinoma
ductal
(Localizado en los
conductos). El carcinoma ductal in situ se encuadra en los conductos mamarios o
galactóforos, a través de los cuales la leche llega hasta el pezón. Si no se
trata, puede extenderse más allá de los conductos mamarios y originar
metástasis. Por esto es muy importante detectar a tiempo su presencia, para
evitar la progresión hacia el cáncer. Esta detección sólo puede realizarse a
través de pruebas específicas, como una mamografía, puesto que el carcinoma in
situ no suele producir ningún síntoma. El carcinoma ductal invasor, o
infiltrante invade el tejido adiposo del seno, desde uno de los conductos. El
carcinoma invasor es el más frecuente de los cánceres de mama; supone
aproximadamente el 80 por ciento de todos los que se producen.
Carcinoma
lobulillar o lobular
Dentro de este tipo se
encuentra el carcinoma lobular in situ, también llamado neoplasia lobular. El
carcinoma lobular invasor sigue el mismo proceso de filtración que el carcinoma
ductal invasor hacia el tejido adiposo, pero desde los lobulillos.
Cáncer
inflamatorio de mama
Menos frecuente. Se trata de
un cáncer bastante agresivo, que crece rápido. Se denomina inflamatorio porque
las células cancerosas bloquean los vasos linfáticos y esto se manifiesta en la
piel, que adquiere una apariencia gruesa y ahuecada, similar a la de una
cáscara de naranja.
Otros tipos
También poco frecuentes de
cáncer de mama son el mucinoso o coloide, en el que las células cancerosas
producen cierta mucosidad, y el medular, un tumor infiltrante, pero con mejor
pronóstico que otros cánceres invasores.
Cáncer de
Paget
Se propaga por la piel del
pezón y de la areola. En este tipo de cáncer, la piel del pezón y de la areola
aparece escamosa y rojiza, con ocasionales pérdidas de sangre. En ocasiones, la
enfermedad de Paget puede estar asociada con un carcinoma in situ o infiltrante.
DIAGNÓSTICOS
La mamografía es una prueba
de imagen por rayos X que detecta la presencia del tumor en la mama, antes de
que sea perceptible al tacto. Al ser el mejor método de detección, los
especialistas recomiendan que todas las mujeres se realicen esta prueba cada
año, a partir de los 50-55 años. Estas pruebas pueden completarse con otras más
específicas, para detectar la gravedad del cáncer, tales como una resonancia
magnética (RM), una ultrasonografía, o una biopsia, en la que se toma parte del
tejido afectado para analizar en el laboratorio las características de las
células cancerosas.
TRATAMIENTOS
Cirugía. El tipo de intervención quirúrgica depende de la
extensión del tumor. Si el tamaño del tumor lo permite, el cirujano puede
realizar una lumpectomía, que consiste en la extirpación de parte del tejido
mamario. Con la mastectomía, en cambio, se extirpa la mama por completo. Ambas
intervenciones pueden requerir la erradicación de los ganglios linfáticos más
próximos (situados en la axila).
Radioterapia. Es un tratamiento local, al igual que la cirugía. De
hecho, en ocasiones se administra radioterapia después de una intervención
quirúrgica, para eliminar las células cancerosas que no hayan sido extirpadas.
La radioterapia es una eleva concentración de rayos X dirigida a un punto
concreto. Al aplicar este tratamiento tras extirpar un cáncer, los médicos se
aseguran de erradicar por completo el tumor.
Quimioterapia.
Junto con la terapia hormonal, son los
tratamientos más utilizados en cáncer de mama. Los tratamientos hormonales
persiguen detener la progresión del cáncer, alterando los niveles de hormonas
femeninas. En cambio, la quimioterapia erradica las células cancerosas,
destruyéndolas. Estas son las principales familias de quimioterápicos empleados
contra el cáncer de mama:
Alquilantes: actúan sobre el ADN evitando que la célula cancerosa se
reproduzca. A esta familia pertenece busulfán, cisplatino, ciclofosfamida,
dacarbazina, ifosfamida, mecloretamina y melfalán.
Antimetabolitos:
interfieren en el crecimiento del ADN y
del ARN celular. Se encuentran en este grupo: 5-fluoracilo, metotrexato,
gemcitabina, citarabina y fludarabina.
Antibióticos
antitumorales: actúan en el ADN deteniendo
la acción de ciertas enzimas causantes de la mitosis (división por la que se
reproducen las células). Algunos de ellos son la bleomicina, dactinomicina,
daunorubicina, doxorrubicina e idarrubicina.
Inhibidores de
la mitosis: son sustancias de origen
natural que frenan la mitosis (fórmula de reproducción celular). Estos
inhibidores incluyen el paclitaxel, docetaxel, etoposida, vinblastina,
vincristina y vinorelbina. La quimioterapia se administra generalmente por vía intravenosa,
aunque algunas veces pueden darse quimioterápicos por vía oral o incluso
intramuscular. Normalmente se deja de una a cuatro semanas entre una
administración y otra de quimio. Estos ciclos o cursos los establece el
oncólogo según el grado de enfermedad y la tolerancia a los efectos secundarios
de la quimioterapia.
Terapia
hormonal
Tamoxifeno: constituye el tratamiento hormonal utilizado con más
frecuencia en el cáncer de mama. Este fármaco evita la liberación de
estrógenos, con el fin de que las células afectadas por el cáncer no sigan
extendiéndose.
Toremifeno: al igual que el Tamoxifeno, es un modulador del receptor estrógeno
y parece haber demostrado eficacia en el tratamiento de ciertos tipos de cáncer
de mama.
Progestágenos:
estas hormonas se producen de forma
natural en el organismo de las mujeres, pero sus derivados artificiales pueden
ser útiles en determinados tumores de mama. Junto con los progestágenos, otras
terapias hormonales pueden ser la aromatasa, los análogos de la LHRH y la
somatostatina, estos últimos suelen utilizarse entre las pacientes
postmenospáusicas.
PREVENCION DEL CANCER DE MAMA
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